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Adiós a las etiquetas: NI Generación “ X”, ni Millenials, ni Xennial…

Hoy existe un impulso casi "irracional" por clasificar (nos): somos taxonomista de ocasión. Cualquier persona está en condiciones de realizar una clasificación sobre los "otros" según los más diversos criterios: moda, estilo, atracción, educación, tendencias, edad, etc. "Clasificar" es una acción que como animales hemos desarrollado para relacionarnos lógica y naturalmente (cualquiera sea la lógica) con nuestro entorno, por lo que clasificamos, seleccionamos, ordenamos, priorizamos, categorizamos, y sobre todo actuamos de acuerdo a dichas clasificaciones. Incluso, más allá de la acción natural, hemos creado entornos donde podemos establecer campos, criterios, métodos y acciones de clasificación

por separado, sólo por el placer de estudiar y clasificar a personas, animales y/o cosas. Hoy asistimos a una exacerbación de este "impulso" que trasciende lo reflexivo para avanzar por la senda de lo francamente "inútil". Veamos un caso, y pensemos por un momento en los XENNIAL[1]. -mmm. ¿No sabe qué son los xennial? - Entonces usted tanto como muchos desconoce uno de los últimos intentos clasificatorios-reduccionista con el que algunos pretenden, sin lograrlo, homogenizar, caracterizar y estandarizar a millones de personas que por "casualidad" nacieron en determinada época, por ejemplo, entre los años 1977 y 1983. -Pero acaso ¿estos no son los MILLENIALS[2]?- se preguntará, usted, con razón.

(Porque aunque no lo creamos, estamos familiarizados con estas clasificaciones). En efecto, son MILLENIALS, otra de las tan inútiles y populares clasificaciones reduccionistas que agrupan personas bajo un título, bien sea por intereses, gustos, sueños, referentes, habilidades, capacidades... sólo porque a algunos "clasificadores" les ha parecido interesante dar continuidad al impulso clasificatorio, como si ello fuera un acercamiento a la realidad o a una “nueva” visión del mundo, cuando no es más que una forzosa clasificación cuya práctica en lugar de permitir acercamientos a nuevas realidades, envuelve con un renovado manto de palabras a las personas y su complejidades. Así las cosas, poco a poco dejamos de percibir la complejidad del mundo, abusamos de las clasificaciones y generalizaciones, convirtiendo lo que es y debe ser una herramienta, en una barrera más, un prejuicio adicional, un obstáculo en la práctica de la comprensión humana. Ya no tenemos la abrumante experiencia de entender directamente el mundo, de jugarnos en la ruleta de la vida, la apuesta de conocer al "otro" sin títulos o categorías adicionales. Es hora de recuperar el vacío en el estomago, los nervios, la angustia, la existencia que late detrás de tantas aparentes seguridades, detrás de tantas excesivas clasificaciones, es hora se volver a la vitalidad y el riesgo de ser simplemente, y siendo, conocer al otros sin querer anticiparlo todo, o saberlo todo, es hora de disfrutar del desconocimiento como condición para un genuino conocimiento de los demás, y de lo diferente. Este finalmente es un llamado a simplificar las acciones y no profundizar más la incomprensión erudita del mundo a través de los "expertos clasificadores". Este tipo de esfuerzos camina rápidamente por la senda de los prejuicios más que por las de la comprensión.

[1] https://verne.elpais.com/verne/2017/06/28/articulo/1498658933_664228.html

[2] https://www.bbva.com/es/quienes-millennials-generacion-unica/


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